Un catedrático ha propuesto en la prensa cómo dilucidar definitivamente el explosivo utilizado en los trenes del 11-M. Zapatero como siempre mintiendo, pero ante la destrucción, deliberada o no, quizá con negligencia o delito, por "limpieza" de las mismas con agua y acetona, puede que no quede más solución que la propuesta en el siguiente artículo por el catedrático de Ciencias Experimentales en la Universidad de Oviedo:
11-M, enigmas y mentiras. Sobre Goma 2 ECO, Titadyne (u otros explosivos): propuesta de un catedrático para dilucidar definitivamente el explosivo utilizado en los trenes
El artículo dice:
Acabemos con las dudas sobre los explosivos del 11-M
11-M, enigmas y mentiras. Sobre Goma 2 ECO, Titadyne (u otros explosivos): propuesta de un catedrático para dilucidar definitivamente el explosivo utilizado en los trenes
El artículo dice:
Acabemos con las dudas sobre los explosivos del 11-M
JOSÉ MARÍA CASIELLES AGUADÉ
Vamos a ver si mi experiencia didáctica de cuatro decenas de años como catedrático de Ciencias Experimentales en la Universidad de Oviedo resulta eficaz para divulgar algunos conceptos de química que, por otra parte, son bastante simples y de sentido común.
Uno de los principios fundamentales de la química analítica es que la muestra utilizada para el estudio sea «fidedigna y representativa» del material a investigar.
Entre las exigencias básicas del procedimiento analítico se considera particularmente esencial -aunque por obviedad ética no se consigne en los textos- que las muestras no deben ser manipuladas por métodos tales como el lavado previo con disolventes hidrófilos ni lipófilos, como son, respectivamente, el agua y la acetona, con intención de arrastrar componentes solubles, porque, evidentemente, este indeseable tratamiento falsearía los resultados del análisis.
Al criminal atentado del 11-M siguieron una serie de acontecimientos sorprendentes: no se practicaron autopsias a los cadáveres de los presuntos responsables suicidas, como es preceptivo en la investigación criminal de muertes violentas; se procedió al inmediato desguace y eliminación del material de los trenes, en extraño paralelismo con los restos del helicóptero Cougar derribado o siniestrado en Afganistán; las muestras recogidas para la caracterización de los explosivos se tomaron de una furgoneta y de una mochila, ambas mágicamente aparecidas, y retenidas después sin las debidas garantías judiciales de custodia; se puso en grave tela de juicio la tarea de investigadores científicos honrados, y quedó seriamente en entredicho el torcido proceder de otros, con el indebido uso de disolventes.
Respecto a la exigible vigilancia de los explosivos almacenados en los polvorines de mina Conchita, es claro que se incumplieron las normas más elementales de la ley de Policía Minera vigente, facilitándose así el expolio de materiales peligrosos, para usos inconfesables.
Los análisis absolutamente fiables de la Unión Española de Explosivos, que controlan sistemáticamente la goma-2 ECO que fabrica esta compañía, certificaron que, desde hace más de cinco años, este producto no contiene dinitrotolueno (DNT), ni siquiera en proporciones contaminantes.
Se conoce, por otra parte, que el Titadyne sí contiene DNT como componente, y es también claro que la concentración de este compuesto en el explosivo puede ser sensiblemente reducida a proporciones contaminantes, por lavado con acetona, que es un excelente disolvente lipófilo.
Todas estas consideraciones, pertinazmente acumuladas, estimulan -¿cómo no?- la imaginación de cualquier científico responsable.
En medio de este elaborado maremágnum de confusiones potenciales, queda una solución sencilla e inequívoca: «Recurrir a nuevas tomas de muestras absolutamente fidedignas». Y ¿cómo?:
El explosivo que mató a las víctimas del 11-M aún está sobre ellas, y puede ser detectado con la máxima garantía científica exhumando los restos de los cuerpos no incinerados de algunos de los fallecidos en aquel atentado criminal.
Unas simples autorizaciones judiciales para realizar esas exhumaciones, a ser posible con la conformidad de sus familias, permitirían practicar las pequeñas tomas de muestra necesarias para practicar análisis, con precisión de partes por millón (ppm) que conseguirían dilucidar definitivamente esta cuestión trascendental: ¿Titadyne o Goma-2? Todo ello, aplicando escrupulosamente las normas de procedimiento y éticas que postulan las Good Manufacture Practices (GMP) y los modernos métodos de microanálisis cualitativos y cuantitativos. Asunto liquidado.
Las consecuencias legales que de este proceder se deriven tendrán un fundamento científico serio para la correcta y justa atribución de responsabilidades a quienes verdaderamente correspondan.
José María Casielles Aguadé es doctor en Química y licenciado en Geología por la Universidad de Oviedo, y licenciado en Farmacia por la Universidad de Alcalá de Henares.
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